Creo que me merezco otra cosa, pienso por la mañana un domingo.
Ayer bailamos, me divertí. en un escenario, lo disfruté.
La profe estaba sonriendo, y los compis nos saludábamos satisfechos de lo que hicimos. Pensé en David ayer por la tarde, más temprano. Él habría querido estar, para verme, y seguro me habría felicitado. Eso es admiración; y a estas alturas, tener que referirme a un hecho que no pasó, ni va a pasar, para defender mi deseo de sentirme amada, para explicar mi enfado de por qué hoy sigo acostada a las 10:46 sin querer ver, ni responder, decirle lindas palabras a mi actual David; es un poco patético.
Y entonces ahí está la confirmación a la primera tesis de este informe.
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