viernes, 18 de diciembre de 2020

Uñas largas y azules

Es viernes por la noche. Recién fui de compras y volví con la liviandad de no llevar celular. Me gasté la misma cantidad de plata en un picachu y en unas velas para que mi cuarto tenga rico olor.

hay Humedad.

cuando viví sola en Montevideo, la casa venía con un aparatito robot que deshumidificaba el aire. Era un ambiente con patiecito donde me sentaba de cara al sol en la única silla que había. Al principio, de rata, no quería prenderlo mucho para no gastar tanta luz. Más de una vez llegué a casa y estaba todo el piso mojado. Qué bajón despertarme en la mitad de la noche a hacer pis y empaparme los pies. Después en una cambié y empecé a prenderlo. 

Cambié. Fa, qué declaración.
No sé ni tanto. No me siento otra persona. Me siento como avanzando niveles en un videojuego. Como si fuese lógico en algún punto. Creo que no le doy lugar a pensar en realidades paralelas que se podrían haber creado si hubiera o hubiese tomado otras decisiones. What´s the point, no?


che, esta vela no tira ningún olor...


sábado, 28 de noviembre de 2020

Algunas desilusiones

 Me dieron a probar del veneno que te hace sentir menos, mortal. No hubo sorbos, soplar la sopa en la cuchara; fue straight directo a la cara. Una vez y después le siguieron algunas otras.

Yo no pedí que me dijeras nada, no pedí que te convirtieras en bobo y me estrujes toda la noche.
No quería ser tu novia de siestas.
Acepté caer por el tobogán directo al fango,
barro que no me va a impedir que me ponga de nuevo a bailar.


ES MI PISTA Y YO SOY LA REINA.

domingo, 13 de septiembre de 2020

doble cáncer

aprender de astrología en lugar de iluminarme las respuestas,
solo hace que me entorpezca en mi propia procastinación

martes, 14 de julio de 2020

habitar la vida


crecer, sabor amargo y dulce a la vez
como esos caramelos de infancia
como saber qué querés, pero no entender cómo lograrlo.

un bocado de naranja se mezcla en el plato con un bocado de sandía
una decena de hojas de vida mandadas
el mate en la mesa que no me pertenece
ni el mate, ni la mesa ni tampoco el valor de olvidar los grandes amores
el cobijo de los recuerdos en lugar de la ansiedad del futuro.

el presente,
una sumatoria de idas y venidas en casi la misma linea.


soga vaga múltiples nudos a veces fuertes a veces flojos
¿la suerte existe?
existe el miedo transformado en fuerza interior,
pero existe el miedo también.

miércoles, 3 de junio de 2020

un video de la cuarentena año 2020




Cuarentena en Paris. Todavía no me cortaba el pelo. En la habitación estaba Paula. Supimos ser una. Una rutina en el caos, Rutina de más o menos la misma música. Por supuesto el diario de cuarentena quedó a la mitad. Mejor, así no seguía escribiendo el nombre de él.

il est disparu



The way he touched me
made me feel like my skin was silk.
His smell,
the perfume that doesn´t come in a bottle.
His forehead is surely the softest place I´ve ever been,
babyskin they call it. I call it the need to be touched",
the urge of feel the heat of another body. 
I also call it "being Cancer".

Each date has it´s own favourite position to sleep, there is:
the "Spooner",
the "Only feet allowed" kind of people or
the "2become1" lover´s choice.
Yesterday it was chacun sa place mood. 
So the first touch in the day feels the best.
Softest. Warmest.
As taking a shower, put on your pjs and go to bed during winter time.
Like a pijama, exactly.

Your hand on my back feels like breakfast in bed.
You just don´t want it to end.
And "english breakfast" you said when I asked about your ideal meal.

We fucked.
You came.
I had coffee with milk.
And for you it was tea.
King Krule´s vinyl playing.
We said goodbye.
Chacun sa route.

Just like in bed,

domingo, 10 de mayo de 2020

¿Qué es para vos una casa?



¿Qué es para vos una casa?
Un par de sábanas formando una carpa cuando tenías 8. La cama de tus padres.
Ese disco que te hace acordar a cuando eras feliz.
Ser feliz. O no serlo.

En la parte más verde del parque no hay nadie, siempre el mismo chico
en la misma silla.

no importan los idiomas
si no puedo decirte a la cara las cosas que me están pasando ahora.

no hay dos en tu burbuja.
no hay yo en tus cuadernos.
no quiero volver a escribir tu nombre si no me invitas a pasar

de nuevo.

Ella no sabía


Esta es la historia de alguien que no sabía muchas cosas.
Vamos a llamarle Madame Nean.

Siempre le gustó cambiarse el nombre, pero no sabia muy bien por qué.
Quiso ser muchas otras personas, pero sólo consiguió agruparlas en el mismo cuerpo.
Le gustaban las películas, soñó con ser actriz. Se inspiraba permanentemente en los personajes secundarios del cine. Hombres y mujeres. La belleza, el talento, las respuestas ingeniosas, los sueños y la manera en que podían hablar sin abrir la boca. Entonces se conectó con su cuerpo, descubriendo todo el potencial que tenía el refugio de sus personalidades. Mucha crema en las manos, en las piernas y en la cara; nunca en los brazos. Los brazos los usaba para abrazar; magia que,al parecer, podía transmitir al objeto/persona que rodeaba fuertemente con aquellos. Nunca los ejercitó porque creía que al darles más músculos, por ende, fuerza, cabría la posibilidad de apretar tanto a alguien, que la magia iba a convertirse en tragedia.

Pero sus piernas, ah ... sus piernas. Le gustaba pavonearse con ellas por todos lados. Las pintaba, las vestía y se encargaba de que fueran resistentes para poder escapar de cualquier situación que así lo requiriese. Nunca supo si podía correr más de 40 minutos, pero ella sabía en el fondo que apenas se presentara una situación especial, iba a empezar a correr para nunca detenerse. Todo envejecía, claramente, con el tiempo, pero las piernas de Madame Nean seguían siendo las mismas: bellas
y fuertes.

Sus manos le presentaban un gran dilema. Una decepción. Siempre se las imaginaba creando cosas hermosas, nuevas, interesantes. Siendo las dueñas de experiencias gigantes o encargándose de completar con trazos precisos, obras de arte aclamadas por sus pares. Música. Hacer música con las manos. Crearla. Crear canciones con sus manos, darle un mundo a cada una de esas personas que vivían atrapadas en su cuerpo. Darle una posibilidad de escapar, de expresarse. Pero nunca pudo. Pobre Madame Nean. No lograba lo que quería porque sus manos nunca le respondieron como ella se imaginaba.

Ella no sabía hacerlo.
Ella no sabía por dónde empezar, entonces no empezaba.
No supo de verdades, entonces conoció la mentira. Conoció el amor, la ansiedad, el gustito dulce de la procastinación. Entendió que no existe el para siempre. No es para siempre lo que se siente, ni es para siempre la importancia de lo que se hace. Cada acto trae una reacción, y es en cómo nos paramos frente a esta respuesta en donde reside nuestra madurez. Escuchó que el mundo se trata de crecer.
La tan temerosa, pero simple aventura de vivir, se trata de respirar y escuchar cada una de esas figuras que te hablan adentro. Reconocer a quién pertenece la voz predominante en la situación y confiar en que todas las otras, la equilibran. Ver el equilibrio como el colchón más cómodo donde caerse. Caerse y llorar mucho. Últimamente a ella le pasaba mucho, pero al revés. Lloraba poco, pero iba encontrándole el brillo a caerse, a sentir miedo y dolor, pero no por el golpe; sino por el esfuerzo
que requería volver al equilibrio.

Confiaba en su cuerpo, confiaba en cada uno de los elementos del sistema. Todos tenían la respuesta. Todos reaccionaban antes esas respiraciones profundas que tanto necesitaba hacer de vez en cuando. Ella no sabía cómo hacer para que valga la pena.
Ella no sabía hacer de sus penas una canción.