Rompí un regalo hoy de tarde. Sin titubear. Agarré las
postales que me molestaban hace rato en mi bolsito de cosméticos y las rompí ..
no solo un tirón, sino dos. Quedaron 8 pedazos de los dos cartones dibujados que
me regalaron el verano pasado. No me importó. No lo vi desde ese lado, solo me
molestaban. Pensé en mí. En realidad, no pensé. No pensé en nadie. En nada. No sentí
nada cuando las destrocé. Ni siquiera las leí antes. ¿Cuántas de mis frases ahora
empiezan con “tengo miedo”? Tal vez no
es eso, solo que no sé cómo describirlo.
No quiero dejar de sentir.
Ejercicio: decir qué quiero no que no quiero.
Quiero sentir.
Quiero sentirme enamorada. Esa sensación que te tatúa el
cuerpo entero, los segundos todos, que te deja la piel más suave y que no te
hace pensar tanto. Solo sentís, está ahí, en el pecho, donde sea. Está en la
cara, en la palma de las manos, en la yema de los dedos. Toda esa información grabada
en vos. Sentir que no podes ser más feliz. ¿Hay mejor sensación que esa?