miércoles, 25 de abril de 2018


Rompí un regalo hoy de tarde. Sin titubear. Agarré las postales que me molestaban hace rato en mi bolsito de cosméticos y las rompí .. no solo un tirón, sino dos. Quedaron 8 pedazos de los dos cartones dibujados que me regalaron el verano pasado. No me importó. No lo vi desde ese lado, solo me molestaban. Pensé en mí. En realidad, no pensé. No pensé en nadie. En nada. No sentí nada cuando las destrocé. Ni siquiera las leí antes. ¿Cuántas de mis frases ahora empiezan con “tengo  miedo”? Tal vez no es eso, solo que no sé cómo describirlo.



No quiero dejar de sentir.

Ejercicio: decir qué quiero no que no quiero.

Quiero sentir.
Quiero sentirme enamorada. Esa sensación que te tatúa el cuerpo entero, los segundos todos, que te deja la piel más suave y que no te hace pensar tanto. Solo sentís, está ahí, en el pecho, donde sea. Está en la cara, en la palma de las manos, en la yema de los dedos. Toda esa información grabada en vos. Sentir que no podes ser más feliz. ¿Hay mejor sensación que esa?